martes, 21 de octubre de 2014

ACCEPT+DAMNATIONS DAY-RAZZMATAZZ-BCN-12-OCT-2014



Aunque puede resultar una obviedad  nunca esta demás recordar que Accept han sido los creadores de algunos de los himnos más reconocibles y coreados de la historia del heavy metal. Además, la mítica formación alemana parece estar viviendo una segunda, o tercera,  juventud desde que se consumara su regreso con el vocalista Mark Tornillo al frente. Avalados por la imparable tripleta que han conformado "Blood Of The Natons"(2010), "Stalingrad"(2012) y su más reciente "Blind Rage"(2014), que han contado con el beneplácito y la aprobación de sus seguidores, los teutones regresaban a la Ciudad Condal consiguiendo movilizar no sólo a la parroquia habitual de los conciertos, sino también a esa vieja guardia que únicamente  se deja ver en las ocasiones realmente especiales, es decir cuando aterrizan en la ciudad las giras de bandas como Saxon, W.A.S.P., Motörhead o Doro.

Otro detalle a remarcar es que a diferencia de lo que sucediera en su anterior visita, en donde la banda actuó en la sala mediana del Razzmatazz, en esta ocasión, el espectáculo se trasladaba a la sala grande,  lo que vaticinaba un mayor montaje escénico, ratificando   que los alemanes son una de las pocas formaciones clásicas que, pese al paso de los años, consigue recuperar algo de terreno en cuanto a nivel de convocatoria. Y es el ambiente que se respiraba en los aledaños de la sala desde primera hora de la tarde era el de las grandes ocasiones, con una larga cola de rezagados aguardando la apertura de las taquillas para adquirir sus localidades, mientras que  los bares colindantes presentaban un fantástico aspecto, repletos de metaleros que apuraban su última cerveza impacientes por reencontrarse con sus héroes.

Los encargados de abrir la velada y calentar el ambiente ante una sala todavía a medio gas fueron los australianos Damnations Day. Formados en 2005 y liderados por el guitarrista y vocalista Mark Kennedy este cuarteto oriundo de la ciudad de Geelong nos ofreció un show entretenido y convincente, dedicándose a desgranar en sus treinta minutos de show las mejores composiciones de su álbum debut “Invisible The Dead”(2103). Aunque quizás el inicio no fuera el más adecuado, arrancado su descarga con el complejo tema que da nombre a su plástico  “Invisible Dead”, lo cierto es que la banda rápidamente cogió el pulso a su  descarga adentrándose en la cañera de “The Meaning”, con la que asentaban las bases de una propuesta heterogénea y rica en matices, en la que eran fácilmente apreciables las influencias de bandas tan dispares como Helloween, Queensrÿche e incluso los primeros Iced Earth.

Pese a no ser excesivamente conocidos por estos lares  los australianos demostraron tener un directo compacto y convincente, dejando una magnifica impresión al abordar temas como el thrashero “I Am”, en el que la agresividad de las guitarras contrastó vivamente con las altísimas tonalidades empleadas por Mark Kennedy. Aunque personalmente creo que les faltó un poco de movilidad sobre las tablas, lo cierto es que instrumentalmente se mostraron como unos músicos muy solventes, moviéndose con soltura desde los tempos rápidos e incisivos, liderados  por el imparable doble bombo de Dean Kennedy, a las atmósferas más calmadas y melódicas que nos propusieron en temas como “Lucid Dreaming”, que fue la elegida para mostrarnos su faceta más progresiva.

Tampoco faltarían durante su show las pinceladas sinfónicas contenidas en piezas como la grandilocuente y épica “Carried Above The Sun”, en la que Mark Kennedy se destapó como un fantástico vocalista estirando al máximo sus cuerdas vocales. La encargada de cerrar una actuación que fue claramente de menos a más fue la iracunda “Reaper”, sin duda su composición más agresiva, que nos dejaba a todos con un fantástico sabor de boca y con ganas de que haber escuchado algún tema más.

Tras un largo receso amenizado por una buena colección de clásicos de la década de los 80, por fin los “pipas” de los alemanes retiraban las lonas que cubrían gran parte del escenario, dejando al descubierto la majestuosa batería de Stefan Scharzmann y sendos muros de amplificadores que nos hacían presagiar que el volumen de la descarga sería arrollador. Sin ninguna clase de introducción ni preámbulo previo, y casi por sorpresa, el quinteto tomaba el escenario acompañado por unas vistosas columnas de humo para atacarnos frontalmente con "Stampede", un apabullante alarde  de poderío metálico con el que demostraban  que siguen estando en un excelente estado de forma y, lo que es más importante, que sus punzantes estribillos continúan enganchando a sus seguidores. La encargada de proseguir con esta imparable ceremonia metálica sería "Stalingrad", con la que caldeaban, todavía más,  el ánimo de una parroquia totalmente entregada, mientras Tornillo enarbolaba exultante una bandera con el logo de la banda.

Pese a su veteranía los miembros de la banda se mostraron exultantes, derrochando potencia y simpatía, especialmente la dupla formada por Peter Baltes y Wolf Hoffmann, quienes no dudaron en tirar de galones para conseguir que temas como "Hellfire" o la más novedosa "200 Years" se ganarán el reconocimiento unánime de todos los asistentes. Aunque nadie podrá poner en duda la excelente acogida que recibieron sus nuevas composiciones, todos éramos conscientes de que tarde o temprano llegaría el momento de desempolvar alguno de sus viejas favoritas, y ese momento llegó con una suculenta  dupla extraída de su álbum de 1983 "Balls To The Wall", del que rescataron para satisfacción de todos "Losers And Winners" y un coreadísimo "London Leatherboys", que sería el elegido para que la banda nos ofreciera la primera ración de esos clásicos movimientos sincronizados tan característicos en todas sus descargas.

Con la euforia completamente desatada y sin apenas ofrecernos un segundo de tregua nuestro viaje a través de la mágica década de los ochenta proseguía con otra de sus piezas clásicas "Starlight". El retorno a la candente actualidad vendría de la mano de "Dying Breed", con Baltes buscando efusivamente el apoyo de toda la sala poniéndonos a cantar su melodía, y "Final Journey", con las que sorprendentemente no bajó el nivel de entrega y efusividad de un auditorio completamente rendido. Y es que durante todo el show el ritmo y la intensidad que imprimieron  los alemanes fue altísimo, enlazando de forma consecutiva las canciones y sin entretenerse en exceso a la hora de las presentaciones. Así que tras recibir una nueva ovación era la imponente base rítmica formada por Baltes y Schwarzmann la encargada de adentrarnos en el rotundo desfile marcial contenido en  "Shadow Soldiers", con toda la audiencia apoyando al máximo como si de todo un  clásico se tratase.

Si durante toda la velada el guitarrista Wolf Hoffmann fue quien se llevó gran parte de las miradas, por su potencia y su entrega sobre las tablas, el contrapunto lo pondría su compañero Herman Frank, quien se mantuvo siempre en un discreto segundo plano, mostrándose muy concentrado a la hora de atacar su instrumento. Pese a ello, su aportación en temas como  "From The Ashes We Rise", fue realmente crucial, dando mordiente y pegada a sus devastadores riffs. Estaba claro, viendo el cariz que estaba tomando el show, que nadie podría acusar a Accept de querer vivir de rentas del pasado, pero evidentemente no podían faltar a su cita  con sus seguidores gemas  como el inevitable "Restless And Wild", responsable de poner nuevamente la sala para arriba gracias a la fantástica interpretación de un inconmensurable  Tornillo, o un aclamadísimo "Ahead Of The Pack", con ambos hachas tomando el centro del escenario para hacer las delicias de sus incondicionales.

Tras semejante demostración de potencia y clasicismo metálico la encargada de dar continuidad al show fue "No Shelter", recabando el apoyo de las primeras filas y durante la que Baltes y Hoffmann nos ofrecieron un delirante duelo solista, batiéndose sin compasión en una alocada carrera a lo largo de sus respectivos mástiles. Una nueva pincelada nostálgica   nos conduciría sobre "Princess Of The Dawn", que personalmente saboree al máximo, ya que me pareció uno de los momentos más vibrantes del show, con los músicos levantando los brazos para dejar que la sala corease  su clásica melodía.

Con el nivel de adrenalina por las nubes la encargada de concedernos un fugaz respiro, para recobrar el aliento de cara a la recta final del show,  sería "Dark Side Of My Heart", que se convertiría en la última de las seis composiciones que descargaron de su flamante "Blind Rage". Afortunadamente, la eléctrica vibración del show retornaría cuando Hoffmann se ancló en el centro del escenario para prender la espita que dejaría paso a la explosiva "Pandemic", desatando una locura que se convirtió en delirio cuando el público empezó a corear la conocidísima introducción del speed metalero "Fast As A Shark", un nuevo alarde  de velocidad y fiereza metálica que servía para que los alemanes abandonaran el escenario por primera vez.

Acompañados por los cánticos del público Accept regresaban rápidamente sobre las tablas para someternos a una última ración de su abrumador heavy metal, proponiéndonos una  tripleta en la que el presente y el pasado de la banda se darían la mano. El primer impacto de este asalto definitivo llegaría con el hímnico "Metal Heart", indescriptible ver a toda la sala coreando su melodía durante varios minutos mientras Hoffmann se golpeaba el pecho triunfalmente. Sin apenas reponernos, la segunda acometida llegaría con "Teutonic Terror". Mientras que la encargada de noquearemos definitivamente sería la magistral "Balls To The Wall", con los miembros de la banda ametrallándonos sin compasión en un aceleradísimo final.

Pese al paso de los años resulta encomiable ver como  Accept siguen  ofreciendo unos conciertos realmente intensos y memorables, mostrándose como un colectivo compacto y  sólido, que se entrega al máximo y que irradia ilusión por los cuatro costados. Seguro que a más de uno le faltaron clásicos en el repertorio de esta noche, personalmente me faltó algún guiño a su “Objection Overruled” de 1993, pero lo cierto es que no se puede poner ninguna clase de pega a una apoteósica descarga de  dos horas de puro y genuino heavy metal.


TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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